dijous, d’agost 26, 2004

Los "amigos" que siempre ganan

Antes de empezar a centrarme en el tema sobre el que quiero escribir, me gustaría hacer un par de aclaraciones previas para cualquier despistado que haya caído en mi blog por casualidad y no tenga el gusto de conocerme:
1-Disto mucho de ser un acendrado patriota español. Con esto quiero decir que no me suelo tragar los desfiles militares, partidos de la selección y otras cosas así.
2- Nunca me ha gustado el baloncesto. A pesar de que siempre he sido bastante alto (mido casi 1.90), el mundo de la canasta nunca me ha interesado demasiado, y cuando he visto algún partido ha sido más por compromiso que por otra cosa.
Hechas las aclaraciones pertinentes, paso a explayarme. A pesar de los dos factores arriba señalados, este mediodía he puesto el televisor, decidido a ver los cuartos de final de las Olimpíadas que enfrentaban a la selección y a la estadounidense. A priori, cualquiera hubiera imaginado una paliza de escándalo a favor de los "hombres NBA" (me niego a llamarles Dream Team). Sin embargo, los de Mario Pesquera han llevado una trayectoria tan impecable en el torneo olímpico que cabía la posibilidad de la sorpresa.
Sentado en uno de los sofás de mi casa he asistido asombrado a un gran partido de baloncesto. Los Gasol, Navarro, Rudi, Calderón y Garbajosa no tenían nada en qué envidiar a los hombres de EEUU, capitaneados por Marbury, que han sudado tinta en muchas ocasiones para deshacerse de la selección española. Eso sí, al final lo han conseguido, y además lo han hecho rebasando la barrera de los 100 puntos.
Sin embargo, el partido (que podría haber sido un match ejemplar) se ha visto condicionado por varios hechos lamentables:
-La dudosa y penosa actuación de la pareja arbitral (que, curiosamente, eran de México y de Australia-grandes potencias baloncestísticas ambas y sin apenas relación con los EEUU, ¿verdad?-) ha marcado claramente el desarrollo del encuentro. En más de una ocasión, Gasol se ha desparramado por el parqué, desesperado, y también en más de una ocasión se ha podido ver a Pesquera alterado con los señores árbitros. Han dejado maniobrar a los americanos todo lo que han querido, siempre al borde de las faltas personales.
-El desconcierto general en la organización. La mesa de anotación ha llegado, en un momento concreto, a aumentar la ventaja parcial de los EEUU en 8 puntos más de los que tenía (restando 3 a la selección española y sumándole 5 a los hombres de Converse, una marca deportiva que va de la manita con el espíritu americano). Además, si nos centramos en la organización del torneo, personalmente no puedo creerme que a España le haya tocado jugar contra EEUU después de ser primera de grupo y de haber ganado todos sus partidos. Como decía Barthe en TVE, debería haber un premio para el equipo clasificado en primer lugar, como la exención de los cuartos (esto pasa en otros torneos de baloncesto y nadie dice nada)
-La lamentable chulería y prepotencia del señor Brown, seleccionador estadounidense, que ha querido regodearse en su victoria solicitando un tiempo muerto innecesario a falta de 25 segundos que ha provocado el abucheo general del público. Por lo menos se ha ido con las orejas bastante calientes y va a tener que enfrentarse a un público hostil durante lo que le queda de torneo.
En fin, piedra a piedra, los hijos de la orgullosa América del Norte vuelven por sus fueros. Está claro que de todas formas hubieran ganado justamente, pero son precisamente estas ayudas innecesarias las que enervan al personal. Y entre ese personal se incluye el que firma estas líneas.

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diumenge, d’agost 22, 2004

Hablemos del FIB

No tenía pensado hacerlo, porque es un tema que pienso que está más que visto y del que se ha hablado muchísimo, pero el haber leído un tema en un blog bastante recomendable, el de Ademarista, me ha motivado para escribir una especie de resumen de lo que ha sido el FIB de este año, el del décimo aniversario, el que iba a congregar a Morrissey por fin ante su público más fiel, el que tenía como suplentes de lujo a Arthur Lee, Kraftwerk, los Pet Shop Boys o Brian Wilson. El que, en resumen, iba a ser, por nombres, de los mejores de la historia.

Quiero decir que hablo desde un conocimiento sesgado de las cosas que allí pasaron, porque ciertos personajillos que conforman la organización no desearon acreditar este año (aunque sí los cuatro anteriores) al medio de comunicación al que pertenezco. De todas formas, el enchufismo es en el festival el pan nuestro de cada día, y si no puedes ir a hacer tus reportajes o entrevistas, o a ver a los grupos que te gustan, no pasa nada. Eres de un medio pequeño, y pasan por delante de ti todos los "amigos de" que te puedas imaginar. He seguido los conciertos como he podido, entre Radio 3, magnífica como siempre pero que se ha quedado corta para muchos como yo, y Punt 2, que en los últimos días ha estado ofreciendo algunos de los mejores conciertos del festival. Aunque claro, no es lo mismo.

Después de lo que vi y lo que oí, la corona se la repartirían 3 grupos. El primero es mr Lou Reed, que se resarció de su mala actuación en Santiago, y ofreció un conciertazo con temas como Satellite of Love, Jesus, Venus in Furs (magnífica), Perfect Day, Sweet Jane y un bis con Walk on the wild side. Para mi gusto, faltó White Light/White Heat, pero no importa. Un 9 alto para uno de los impulsores de la escena musical alternativa.

Brian Wilson podría llevarse la segunda mención. Aunque no he podido ver gran cosa de su concierto, parece ser que se le vio nuevo, impredecible, genial, con una gran banda, recuperando temas de los Beach Boys y convirtiéndose en el gran músico que siempre ha parecido ser.

Y tres. Scissor Sisters. No tenía ni idea de quiénes eran antes del FIB, pero que nadie dude de que me voy a hacer con su disco. Directo demoledor y brutal, derroche de cachondeo y de actitud y muchísima diversión. Si son un hype, será porque quieren, ya que pueden llegar a consagrarse.

Pasamos a los que han estado bien o bastante bien. En líneas generales, quedé bastante satisfecho con Cooper, los Charlatans, Teenage Fanclub, Belle and Sebastian y los Dandy Warhols. Como no he tenido la ocasión de oir a los Chemical Brothers, Primal Scream, los Pet Shop Boys o los Planetas, no digo nada. Ya los veré, y ya opinaré.

Y ahora, las decepciones. Punto por punto:

1- La espantada de Morrissey, que dejó en ropa interior a la organización y que demostró, una vez más, que al artista le importan un bledo los contratos firmados. Si no quiere actuar, no actúa. Y punto.
2- La organización. No se puede dejar escapar a Paul Weller y a Morrissey cuando ya estaba confirmado que iban a ser cabezas de cartel. No se puede poner horarios parejos para 2 mismos grupos importantes. No se puede vender lo que se vende en el recinto a precios por las nubes. Y no se puede tener la cara dura de que, a pesar de llamarlos todos los días varias veces para comprobar el asunto de las acreditaciones, se hagan los suecos y no cojan el teléfono (después de haber contestado el primer día y prometer responder)
3- Arthur Lee, el de Love. Recibió la noticia de la muerte de su amigo Richard James (el de Superfreak) poco antes de su concierto. Deprimido, se aferró a la botella. Destrozó en su directo uno de los mejores discos de la historia, Forever Changes, y se marchó entre los abucheos del personal.
4- La única presencia valenciana era Polar, a pesar del dinero que las instituciones han puesto en el FIB este año. ¿Qué pasa con otros grupos de la tierra? ¿No existen? ¿O es que las presencias en el festival sólo son para los colegas de los jefes?

Podría decir mucho más, pero no importa. El FIB, posiblemente el mejor festival del sur de Europa, tiene bastantes cosas que mejorar si quiere ponerse a la altura de los grandes del norte. Tomen nota, Moranes. El año que viene hace falta dejarse de grupos fetiche y apostar por nombres que nunca han estado: Ben Harper, REM, David Bowie y otros. Y si no vienen es porque no se hace todo lo que se puede.

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dissabte, d’agost 21, 2004

Música por el cambio

Sería muy arriesgado decir que algo está cambiando en Estados Unidos desde el punto de vista político: las mentalidades ultraconservadoras americanas que toleran, como mucho, un sistema bipolar que no lleva a ninguna parte están muy lejos de modificar sus ancestrales ideas. Sin embargo, Bush, ese personaje que ha embarcado a su país en una guerra sin nombre y sin justificación, se ha ido granjeando poco a poco, hasta el estallido de protesta actual, toda una serie de opositores desde el punto de vista cultural. A los ya conocidos Sean Penn o Michael Moon se han sumado ahora gran cantidad de grupos musicales y solistas, prestos a dar una gran bofetada a la administración del comegalletas texano. De esta manera, toda una serie de iniciativas han visto la luz: desde la publicación de recopilatorios "Against Bush" (con Sum 41, The Offspring, Green Day, No Doubt, Rancid, Bad Religion, Foo Fighters, New Found Glory y Jello Biafra) hasta la celebración de giras especiales "por el cambio", que tienen en las de Lou Reed o Moby a sus paradigmas.

Visto así, la idea parece muy bonita y muy efectiva. Los músicos, portavoces de varias generaciones, parecen los más indicados para transmitir a los posibles votantes las ideas de democracia y justicia que no confluyen precisamente en mister Bush. Sin embargo, hay que recordar la especificidad de Estados Unidos, uno de los países más conservadores del planeta, donde los índices de participación electoral son bajísimos, y donde de poco valen los "terceros intentos" para una democratización más profunda. Ahí tenemos a Ralph Nader.

Bush podrá o no podrá recibir una gran patada en su trasero inflado de Texaco, pero se ha dado un primer paso. La cultura ha vuelto a pronunciarse en un país no dado a esos "excesos". Si la idea surte efecto (y no como aquel Red Wedge inglés de los 80 con los Smiths, Billy Bragg o Style Council), sí que se podrá empezar a decir que un nuevo amanecer se vislumbra.

America is not the world.

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